Me he dado cuenta que hay días que tengo que enfrentarme al pasado. De eso se trata superar todo esto. A esto nos llevó los días que estuvimos juntos, los meses distanciados y las constantes noches sufriendo, claro también, los fracasos, la esperanza, los 50 te amo y los 100 te odio y tus lágrimas, aunque fueran de falsedad.
Se empieza a dejar atrás, las notas en la pared, las disculpas no dichas, los susurros en el umbral de tu puerta para una “última” oportunidad, las caricias en el cine, los engaños físicos… y sobre todo los mentales.
Se dejan atrás las esperas, las llamadas, las peleas que terminaban en reproches.. Las risas y las discusiones, las lágrimas en el rincón donde te sentaste. Quedan atrás las cartas de amor, las de desamor, las expectativas y las realidades. El vino de nuestro primer aniversario y la primera botella de alcohol que tomé después del mes después que te marchaste con aquella música que me hace recordarte.
Los besos en mi cama y los que no pude darte en la calle.
Ella y yo. Tu y Él.
Ahora somos dos personas que no se escuchan; recuerdas las carreras por el centro comercial, para ver la última película o los pretextos para ver los atardeceres a tu lado. Y los amaneceres que en este tiempo se nos han escapado porque yo no puedo olvidarlo.
Dónde están las muñecas de trapo que tanto te gustan, tus labios rosados y las flores de verano. Los latidos que en mi ya no escucho, los besos con los ojos cerrados y tu susurro diciéndome «te amo». Mi complejo de superhéroe ha desaparecido, y debemos suponer porque debió haber sido.
Dónde dejaste las notas y las fresas con chocolate, donde quedó el olor agridulce de tu esmalte. Los juegos de cartas y mesa, y tu falta de seriedad para pagar las apuestas.
Me quedo con los recuerdos y ahora imposibles promesas. Lo imposible de lo nuestro. Y la culpa de sentir eso. Cuando todo, maldita sea, me recuerda… que no existe canción o película sin historia, cuando sólo yo existo porque nadie me espera. Entonces aparece alguien como tú que me cuenta una historia parecida. Y sonríes, porque a pesar de todo esa realidad dolorosa, sufrimiento e incomprensión, la vida continúa… para ti como si nada.
Deja un comentario